A aprender el inglés, que es de gran porvenir

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por Chema Álvarez

Desde la EGB, pasando por el BUP y el COU, y con algunos escarceos en la Escuela Oficial de Idiomas, hasta tres años de carrera, son en total 16 los años de mi vida durante los que he estudiado lenguas extranjeras: inglés, francés y portugués.

Sin embargo, si va a decir verdad, no hablo ninguno de estos idiomas correctamente, aunque lo peor de todo no es eso. Lo peor de todo, y también lo más inquietante, es que siempre aprobé todos los exámenes que me permitieron pasar de un nivel a otro de estudios. Y puedo dar fe de que jamás utilicé chuleta alguna.

Ahora, tras el estrepitoso fracaso de nuestro tradicional sistema de enseñanza de idiomas, preferentemente el inglés, se insiste en mantener el error apostándolo todo al conocido como “Bilingüe”, un sistema educativo que, según se ha advertido desde diversos foros, tampoco es la panacea a nuestra secular ignorancia lingüística.

Las Secciones Bilingües no sólo han venido a traer a nuestros centros ese aire elitista de college donde se estudia el inglés, que es de gran porvenir, sino que han introducido en los mismos, en ocasiones, ciertos tufos de discriminación encubierta y de discordia que atraviesan, incluso, los muros del centro.

Cuando se trata de la Primaria, los cursos previos a los que tienen concedida la Sección Bilingüe se convierten en estadios de competición entre el alumnado para sacar las mejores notas en las materias que determinarán el posterior ingreso en tales Secciones. En ocasiones, cuando el vástago en cuestión no puede entrar en dicha sección bilingüe, sus padres o madres no pueden evitar sentir cierta decepción por el fracaso de su hijo o hija, que ha quedado excluido de semejante parnaso, arrumbado en el grupo de los que, a partir de entonces, serán conocidos como los nobilingües, un específico grupo de alumnos y alumnas caracterizados por su supuesto bajo nivel en aquellas materias que los otros, los bilingües, reciben en la lengua del Imperio.

Son pequeños detalles –al parecer sin importancia- que determinan nuestra vida escolar, como cuando ya en la Secundaria quienes están en el Bilingüe se hacen esas maravillosas y cosmopolitas excursiones express de apenas tres noches y cuatro días a Londres, a razón de 600 euros por barba aproximadamente, durante las que se recorren todos los mercados de la City habidos y por haber sin tan siquiera traer un pequeño recuerdo a sus compañeros y compañeras del nobilingüe, ajenos para siempre a esa experiencia y don de gentes que da el viajar fuera de la península.

Ahora la Junta de Extremadura, a través de la Consejería de Educación y Empleo, da una nueva vuelta de tuerca a este sistema de discriminación encubierta con la publicación, el pasado miércoles 3 de mayo, de la ORDEN de 20 de abril de 2017 por la que se regula el programa de Secciones Bilingües en centros docentes sostenidos con fondos públicos de la Comunidad Autónoma de Extremadura.

Según lo establecido en esta Orden en su artículo 6, apartado 3, para la Educación Secundaria Obligatoria, “El alumnado que pertenezca a una Sección Bilingüe de la Modalidad A1 (que es la que se cursa en la mayor parte de los centros), además de la lengua extranjera objeto del programa de Sección Bilingüe, cursará obligatoriamente durante toda la etapa, sin posibilidad de convalidación o exención, otra de las lenguas extranjeras que integren la oferta académica del centro”. Es decir, que ya no se puede elegir ninguna optativa si se quiere seguir en la Sección Bilingüe.

Así, si un alumno o alumna de la Sección Bilingüe quiere, por ejemplo, coger en tercero de la ESO Cultura Clásica, deberá abandonar dicha Sección. Lo mismo sucede si lo que pretende es elegir entre tercero y cuarto cualquiera otra de las optativas: Iniciación a la Actividad Emprendedora, Música, Filosofía, Tecnología, etc., algo que hasta el momento no sucedía.

La Consejería de Educación y Empleo de Extremadura cierra, de este modo, las puertas al alumnado que, sin renunciar al Bilingüe, desea experimentar nuevos caminos de la enseñanza más allá del aprendizaje de idiomas. Magnificando de este modo el aprendizaje de las lenguas e impidiendo que se puedan cursar tales optativas no sólo se merma el derecho de este alumnado, sino que además supone un grave agravio para el profesorado de tales optativas, a quienes parece decírsele que las suyas son unas materias de segundo orden, unas marías, destinadas a ser cursadas por aquellos y aquellas que no dan el callo en inglés y que, como se da a entender en la Orden en referencia al idioma, no son prioritarias para el proyecto de centro.

Intuyo que detrás de esta taxativa Orden que cercena el derecho a la educación más allá del aprendizaje de un idioma subyace un terrible complejo de inferioridad ante el mismo, propio de quienes dictan las normas y en la creencia de que el aprendizaje del inglés es el no va más de la educación, en detrimento de otras materias que aportan el humanismo que se hace tan necesario en nuestros días. Al final de todo no sólo no hablaremos en inglés, sino que tampoco sabremos pensar en nuestra propia lengua.