Piden que el Festival de Mérida sea declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

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La posibilidad de que el Festival de Mérida fuera declarado acontecimiento de excepcional interés público resulta, en opinión de la asociación Amigos del Festival de Teatro Clásico de Mérida, una oportunidad de otorgar a la muestra el valor que merece respecto a la concesión de intereses promocionales y apoyos económicos por la vía del patrocinio privado, como anunció días pasados el copresidente del consorcio del Festival, José Antonio Monago. No obstante, Amigos del Festival de Mérida entiende que, sin desdeñar en absoluto estas intenciones, sino apoyándolas, las instituciones políticas y sociales que conforman el consorcio de la muestra habrían de auspiciar, apoyar, e incluso solicitar, un reconocimiento universal de la cultura e historia que contiene la muestra grecolatina. Un reconocimiento sin fronteras que no parece incluirse en la petición que ha formulado el copresidente del consorcio, pero que sí quedaría cubierta con amplitud en la solicitud, y posterior posible concesión, del título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad que otorga la Unesco.

Por esta causa, Amigos del Festival de Teatro Clásico de Mérida entiende que sería de justicia esa concesión para la muestra más importante, en su género, no sólo de España, sino del resto de Europa. Y por ello, la asociación así lo ha planteado en las instancias políticas y sociales donde se ha escuchado su voz, aunque no haya sido posible presentarlo al consorcio de la muestra, no precisamente por falta de voluntad de la asociación, sino por un aparente desinterés político y cultural de quienes rigen el gobierno de Extremadura.

Éste es, además, uno de los proyectos con los que ha surgido la asociación sin ánimo de lucro Amigos del Festival de Teatro Clásico de Mérida, constituida formalmente y registrada legalmente en el pasado mes de noviembre. Nace debido al interés de muchas personas por apoyar y respaldar la marca Festival de Mérida, así como valorar lo que significó y significa un acontecimiento que nació en 1933 desde el ámbito de lo público, merced al empeño de un grupo de intelectuales y artistas españoles y gracias a la política de expansión de la cultura que llevaron a cabo los gobiernos de izquierdas de la II República Española.

La asociación de Amigos del Festival comenzó a funcionar a finales del pasado mes de diciembre y, en cuatro meses escasos, ha agrupado ya a cerca de 200 asociados, una cifra muy alta por sí misma, pero aún más si se compara con las de muchas entidades de cercanas intenciones que funcionan desde hace tiempo en este país. La asociación entiende que esta espléndida respuesta será debida al interés de tantos ciudadanos por un hecho tan singular como la muestra emeritense y, también, al apoyo de las ideas y proyectos que la asociación defiende como fundacionales, entre los que se encuentra su convencimiento de que el Festival, que “no lo inventó un empresario, ni una agencia de turismo, ni un burócrata” (como ha señalado el presidente perpetuo de Amigos del Festival, José Monleón), ha de regresar al ámbito que le es históricamente propio, es decir, ser de nuevo un proyecto cultural y político gestionado y dirigido desde lo público, con rigor, profesionalidad e intereses que beneficien a la generalidad, puesto que con dinero de todos los ciudadanos se sustenta.

Además, la asociación mantiene desde su creación un portal web [www.amigosfestivaldemerida.es] y un foro en Facebook. Porque Amigos del Festival de Teatro Clásico de Mérida pretende ser una referencia íntimamente ligada a los avatares del Festival, creadora e impulsora de cuantas iniciativas surjan en sus entrañas o vengan demandadas por personas, grupos y organizaciones, tendentes a fortalecer la existencia y la presencia del Festival en la escena internacional, así como motor para la transmisión de los valores culturales que sustentan su existencia pasada y presente, y para alimentar su permanencia futura más allá de los vaivenes políticos y coyunturas sociales.

Justamente por ello, la asociación tiene y mantiene una serie de proyectos que procuran la divulgación y la ampliación del prestigio del Festival. En ese contexto se encuentra la solicitud de que la muestra sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, para equiparar así al contenido con el continente y destacar el hecho de que un edificio de espectáculos públicos construido hace más de 2000 años, mantenga su uso original. Pero también ha elaborado otros proyectos:

· Publicación de ‘Los cuadernos del vigía’, una colección de folletos con textos y reflexiones en torno al Festival, y cuyo número uno ya está editado. Se trata de ‘El legado del Festival de Mérida’, por José Monleón.

· Propuesta de publicación del libro ‘Testimonios’, un volumen de entrevistas a actores y directores escénicos que han pasado por el Festival de Mérida, mantenidas y elaboradas por Javier Álvarez Amaro. El proyecto está concluido totalmente y fue auspiciado por el desaparecido Centro de Investigación y Documentación del Festival. Lamentablemente, hasta la fecha no ha visto la luz, pese al valor excepcional que ha adquirido, pues en su contenido constan entrevistas con personajes tristemente desaparecidos ya.

· Solicitud de la medalla de Extremadura para José Monleón y Rafael Moneo, porque con su trabajo han sido claves para la internacionalización de valores patrimoniales fundamentales, como son el Teatro Romano y el Museo Nacional de Arte Romano.

· Creación de un centro público de difusión e interpretación del Festival, que se ubique en las dependencias de los camerinos del Teatro Romano y que contenga elementos literarios, gráficos y audiovisuales de la muestra y de su historia. Un centro viable, dado que tendría un coste muy bajo de instalación en un edificio ya existente. Estaría abierto a todos los ciudadanos durante los meses del año en que los camerinos no tienen uso. [Acompañamos un amplio informe literario y gráfico sobre este proyecto].

El empeño de Amigos del Festival de Teatro Clásico de Mérida es entender a la muestra, que ahora cumple 80 años de antigüedad, como un compromiso generador de cultura, riqueza social, emocional y económica. Y asumido además como un hecho gestionado desde lo público y para beneficio de todos, porque se sustenta sobre bienes históricos públicos que, en esencia, son Patrimonio de la Humanidad.