por Familia del Viejo Martínez
Al paisaje lo torné viento.
A las flores las acariciarè con mesura porque estás en ellas.
A los pájaros silbaré porque son tú.
Son tantos los momentos vividos que describirlos todos no puedo.
¡Si! Voy a recordar el jolgorio del bautizo de Marini por pedirte que fueras su madrina.
Porque a tanta tristeza quiero añadir un poco de risa para que las lágrimas no encharquen el teclado.
Recuerdo aquel día que una llamada tuya ya a mediodía que me dijiste que ibas a entrar en la política local como pidiéndome opinión.
Como cuando nació mi hijo Mario que iba a llamarse Candela y al ser niño me pediste «permiso» para ponérselo a tu niña.
O como cuando me diste la noticia de la muerte de un amigo con el que había hablado unas horas antes me pediste perdón porque creíste haber sido un poco brusca.
Así eres. Me cuesta hablar en pasado.
Puertas sin cerrar ventanas para dar color a un pueblo un tanto anodino. Sin aspavientos con delicadeza.
Por tanto, por todo. Por habernos enseñado a hacer las cosas bien.
Solo que te has adelantado.
Energía somos y la tuya nos está tatuando la piel.
Hay tantas estrellas que no existen pero nos sigue llegando su luz.
Tú una de ellas.
Familia del Viejo Martínez
