Lo sé, volveremos a abrazarnos y a contar versos desde el alma
¡Qué difícil escribirte al cielo donde mis abrazos no llegan! Donde no sé qué estrella mirar, siempre observo la más grande, la que más brilla, la que no se apaga jamás a pesar de todo.
Es imposible escribirte sin lágrimas en los ojos. Y no, esto no es una despedida, yo jamás podría despedirme de ti, nos quedaron besos, abrazos y conversaciones pendientes, nos sobraban las ganas, pero la maldita realidad nos las arrancaba una y otra vez.
Llevo grabados en mi piel tus últimos consejos de hace apenas diez días, escucho tus audios cuando los grises se burlan de mi dolor, recuerdo tu sonrisa llena de amapolas y tu mirada siempre tierna y fuerte. Cada noche leo y acaricio el prólogo que con tanto cariño me escribiste. Y lo sé, no, no te gustaría verme así.
No conozco a nadie que no te quisiera, se me duermen las manos al escribirte y los latidos son como leones en medio de la más enorme fauna. ¿Lo sabes no? Que ya hay menos luz en el mundo, que las estrellas te buscan y que ya nada volverá a ser igual. No me esperaba tu adiós, no tan pronto, yo solo quería que me sonrieras una vez más, que me riñeras de vez en cuando, que volviéramos a cruzarnos alguna vez más y quedarme embobada nuevamente por tu sabiduría, tu fuerza de voluntad y tus inmensas ganas de vivir y de cambiar este mundo que cada día se parece más a una selva.
¿Quién me iba a decir que hace menos de diez días iba a ser la última vez que te podría mirar a los ojos? Cuando me mirabas con esa ternura que te caracterizaba, con ese humor que nunca perdiste, con esas bromas que me sacaban siempre una sonrisa, con tu emoción… ¡la más bella emoción! He cerrado los ojos mil veces y he deseado con todas mis fuerzas que esto fuera un mal sueño, pero no, ha continuado siendo la pesadilla que nunca terminará.
Te vas, pero te quedas entre mi pecho y mis lágrimas, te vas, pero sigo sintiendo tu abrazo, te vas, pero jamás dejarás de estar a mi lado. Lo sé, lo sabemos…La vida es una cobarde que solo nos arranca aquello que nos invita a sobrellevar los golpes del destino. El cariño lo era todo, para ti y para mí.
Jamás hubo intereses ni conveniencias, solo un sentimiento que no entendía de nada más que de sentir.
Quiero pensar que ahora no me estarás viendo porque sé que te dolería y lo que menos te mereces es más dolor, quiero pensar que me mirarás cuando sonría, cuando brinde por ti, cuando me sienta sola y recuerde tus palabras acariciándome por dentro, quiero pensar que, algún día, entre poesía, teatro y flores nos volveremos a encontrar…
En memoria de María Jesús Rodríguez Villa (para mi siempre Susi)
Vanessa Cordero Duque