Sencillez, belleza y verdad

Sencillez, belleza y verdad por Alfonso Pinilla
El presentador José Luis Molina, junto a los músicos Sergio, Dámaso, Luichi y la cantante poblanchina Fely Acevedo. (Foto: RRSS).
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por Alfonso Pinilla


Sencillez, belleza y verdad

El arte auténtico genera belleza desde la sencillez. No hacen falta alharacas ni trucos, porque la verdad brilla por sí misma si dejamos que el talento galope, sin riendas. Amarradito a los recuerdos cabalgué la otra noche sobre un caballo viejo de fina estampa, mientras María la Portuguesa buscaba entre la Habana y Cádiz el rosario de mi madre, perdido en el convento donde la hija de don Juan Alba me susurraba, triste, “ojalá que te vaya bonito”. Y yo, procurando olvidarla, lloré lágrimas negras, aspirando la lisura que da la Flor de la Canela.

Todas las mejores canciones de María Dolores Pradera estaban ahí, desfilando en un carrusel de recuerdos por el teatro de Puebla, gracias al magnífico concierto que Fely Acevedo nos brindó el pasado 9 de noviembre. La certera presentación de José Luis Molina introducía y explicaba cada una de las partes de un concierto en homenaje a la gran dama de la canción española, desgranando perlas interesantes sobre las piezas que habrían de interpretarse después. Fely hizo suyas las canciones de la Pradera, con una voz cálida, torrencial y tierna a la vez, apasionada sobre el escenario, expresando verdad en cada letra y cada gesto. Ella domina la escena con la maestría de la madurez y con la frescura de la pasión por un arte, la música, que lleva en las venas.

Y junto a Fely, tres grandes músicos. Sergio Chávez en la guitarra y el violín, Dámaso Estévez en la percusión y Luis Núñez (Luichi) en la guitarra. Gracias al virtuosismo de Sergio volvimos a deleitarnos con las introducciones que Santiago López –uno de los gemelos que acompañaba a la Gran Dama con el requinto– ideó para aquellas canciones de la memoria. Junto al gran Dámaso cruzamos el Atlántico para disfrutar de los ritmos hispanoamericanos que caracterizan al repertorio de María Dolores. Y, de la mano del maestro Luis, paseamos por los acordes de aquellas melodías, eternas en una guitarra que hablaba gracias a su genial interpretación.

Fely, Sergio, Dámaso y Luis son garantía de calidad. Música de verdad. Sólo cuatro personas llenaron, con su maestría sobre el escenario, la noche de recuerdos y anhelos, de amores arrebatados o deseados, entre sones bolivianos, sevillanos, habaneros, gaditanos, mexicanos, peruanos. Mezcolanza de tierras y memorias, de tiempos pasados que nunca pasan. Refugiado en aquellas melodías quiero estar al pairo de estos tiempos de furor y mentira, como un ser de lejanías. “Desde luego, parece juego, pero no hay nada mejor que ser un señor de aquellos que vieron mis abuelos”.

Alfonso Pinilla García

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