Charlar con la Historia: la conciencia de sí en el hombre

Charlar con la Historia: la conciencia de sí en el hombre
Detalle Retablo “Ánimas Benditas del Purgatorio”. Parroquia de San Pedro Apóstol de Montijo (Foto: Pablo Iglesias Aunión)
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por Pablo Iglesias Aunión


 

Hemos podido charlar tranquilamente, pero charlar con sinceridad, con evidencias de realidad mirándonos cara a cara, aunque yo he de reconocer que lo hacía con mucho, con mucho respeto. Te tengo demasiado respeto en este mundo de hoy que sé que se te falta tanto. Estos días me has enseñado muchas cosas y me has dejado verte tal y como eres, sin intermediarios, sin tapujos, sin medias tintas, sin pasillos de largos tiempos y sin la cortedad del “ayer” porque te has hecho más que nunca delante de mí, un claro en la noche nublada de la vida haciéndote “hoy”.

He podido comprender lo hermosa, bella y sincera que eres y sobre todo has despertado en mí el verdadero sentimiento de la amistad, la lealtad y la justicia. Me has hecho comprender que soy tu protagonista porque el ser humano es tu sentimiento deseado y me has definido y me has mostrado que soy, como lo hace Borges en estos preciosos versos: “Para mi soy un ansia y un arcano, una isla de magia y de temores, como son, tal vez, todos los hombres”.

Y me has mostrado cuáles son tus mejores armas para trabajar contigo, junto a ti, para ti y servir a los demás. Aristóteles decía que la virtud es el mayor de los bienes humanos y sentado junto a ti en la soledad, pero a la vez inmensidad que es ese templo, me has rasgado por dentro –pero sin dolor- para que me mire mis virtudes y desprecie mis necedades, a veces esas necedades que todos deseamos sobre ti, necedades que luego a ninguno se nos cumplen (como al Persiles de Cervantes). Pero sobre todo para como Diógenes busque respuestas con un candil a plena luz del día.

En estos días me he sentido amigo tuyo y mira que eso de la amistad se vende cara hoy en día. Tú, con suave voz y serena calma me has dicho que eres de mis mejores amigas, mi mejor amiga, la que me saca de la soledad. Porque la amistad es precisamente eso, ausencia de soledad, deseo del otro, deseo de tí. Has generado en mí aspiraciones, aspiraciones de tiempo y de espacio porque contigo amiga, es lo que uno más quiere ver y sentir, con aquello con lo que quieres convivir para que la misma vida sea esa sensación agradable en la que como tú has hecho conmigo en estos días, tus alegrías puedan ser también las mías, tus atractivos sean los míos y juntos, podamos bebernos el pasado, charlar de lo que nos gusta…y mira que hemos charlado y, mira que nos gusta de lo que hemos charlado.

Hemos hablado de estilos, de momentos, de personajes, de personalidades y de hombres sencillos. Me has cantado las excelsas virtudes de Juan de Juni, de Berruguete, de Morales, de Bocanegra, de Juan de Mesa, de Roldán y a la vez, has bajado al umbral de la prudencia y me has susurrado al oído a Morales, Estacio de Bruselas, Morato, Ruíz Amador, Ribas, Mures…mientras te veía abrirte más y más pareciendo que no quedaba nada pero apreciando que te tenía toda: Gótico, Renacimiento, Plateresco, Barroco, dorados, policromías, gubias, martillos y cincel, engarzaduras, anclajes…de todo para que todo fuera tomando forma.

Me has hablado y mucho y sin pronunciar quien eras, yo he sabido desde el principio que tenía a mi lado mi sentido, mi vida, mi realidad, mi verdad, mi auténtico ser, mi racionalidad, mi virtud…esa virtud de la que Eurípides decía “que ni el atardecer ni la aurora son tan maravillosa como ella”.

Hemos charlado tanto estos días que he comprendido que la incapacidad de comprender el presente nace faltamente de la ignorancia del pasado, pero que tal vez no sea menos vano empeñarse en comprender el pasado si no se sabe nada del presente” (Marc Bloch).

Hemos charlado amiga Historia porque al charlar de historias aisladas, he podido adquirir una idea bastante justa de la historia como un todo… (Polibio) y lo has hecho poniendo a mi lado a Carmen y a Jesús, porque en toda historia y en todo viaje, siempre la buena compañía y la maestría, hacen que ese viaje y la vida misma sepan más dulce…Y lo que nos queda por charlar, querida amiga, lo que nos queda aún por charlar.

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