Diálogos con la Historia (II): Devocionario al Dulce Nombre de Jesús

Diálogos con la Historia (III): San Francisco, Santo Domingo de Guzmán y San Antonio iconográficamente relacionados
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Devocionario al Dulce Nombre de Jesús: San Francisco, Santo Domingo de Guzmán y San Antonio


por Pablo Iglesias Aunión


El retablo del que hacemos mención en nuestro primer artículo cuyo contenido giraba en torno a la autoría de la imagen del Niño Jesús (Dulce Nombre), sabemos que proviene del convento hospicio de san Antonio, un hospicio franciscano, es decir que dicho retablo no es originario del templo parroquial.

San Antonio con Santo Domingo al fondo

Sin embargo, en él aparecen toda una iconografía que tienen estrecha relación con el tema que nos toca tratar en esta segunda parte de los Diálogos con la Historia.

Hablamos de la correspondencia, conexión y representación de tres personajes como son san Francisco de Asís (¿-1226), san Antonio (1191 ó 1195-1231), ubicado en la calle izquierda del retablo pintado sobre tabla y la otra, la de santo Domingo de Guzmán (1170-1221), en este caso e igualmente pintado sobre tabla en la calle derecha.

La cuestión es: ¿qué tienen que ver con el Dulce Nombre de Jesús? ¿Por qué están iconográficamente relacionados estos personajes?

San Francisco de Asís

Todo ello sin olvidar que además aparecen como imágenes exentas un rico san Antonio y un noble y sencillo san Francisco.

Desde el punto de vista de la fe conviene recordar que las representaciones del Niño Dios hunden sus raíces en los procesos de transformación y renovación de la espiritualidad y formas de religiosidad a partir del siglo XII encontrando en ello la relación entre san Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán pues en primer lugar, ambos son reconocidos como soportes y renovadores de la Iglesia aspecto que sin duda los autores del retablo quisieron dejar representado en el mismo que parece ser atribuido al maestro entallador Francisco Ruíz Amador (¿?) si bien, es una autoría que aún no podemos definitivamente -por ahora- confirmar.

A todo ello unimos que los franciscanos impulsan desde el siglo XIII el amor a la imagen del Niño Jesús que nos llevaría a adentrarnos por los caminos de la llamada devotio moderna (que nace en los Países Bajos) y de cuyo tema vuelvo a insistir, Rafael Ramos Sosa hace una profunda y documentada reflexión en la obra ya citada y de la que hemos dado buena cuenta en nuestro primer artículo al citas las Actas del Coloquio Internacional el Niño Jesús y la infancia en las artes plásticas, siglos XV al XVII.

Por su parte en los conventuales de santo Domingo de Guzmán se promocionaron mucho las fundaciones de cofradías del Dulce Nombre de Jesús. Es pues el mencionado retablo el entorno didáctico y pedagógico perfecto para que en el siglo XVIII y como era costumbre, la Iglesia mostrase unas enseñanzas que hacían cercana una teología compleja a un pueblo generalmente carente de medios para adquirir cultura.

La Representación de Santo Domingo En El Contexto Franciscano

En el retablo ubicado actualmente en el templo parroquial de San Pedro, aparece pintado santo Domingo el cual es representado con una rica simbología. En primer lugar, aparece con una azucena en la mano, pues suele ser representado así como símbolo de pureza y castidad.

La Representacion de Santo Domingo En El Contexto Franciscano
Santo Domingo

 

Igualmente sostiene un libro en su mano izquierda. El libro representa la Biblia, que era la fuente de la predicación y espiritualidad de Domingo. Era conocido como el Maestro Domingo por el grado académico que obtuvo en la universidad de Palencia, España. Sus contemporáneos nos dicen que en sus viajes por Europa siempre llevaba consigo el Evangelio de San Mateo y las Cartas de San Pablo. A veces, sobre el libro hay una iglesia. Esta iglesia representa la Basílica Laterana, la «Madre Iglesia» universal.

En nuestro retablo la Iglesia pudiera aparecer junto a una rica decoración que hace referencia a la actividad conventual del franciscanismo en el ámbito local.
Santo Domingo tuvo que enfrentarse con muchos obstáculos legales para que el Papa aprobara su nueva Orden. Existe una rica leyenda en torno al Papa Inocencio III (1161-1216), en la que Santo Domingo y San Francisco tuvieron un sueño. Cada uno de ellos vio que la Basílica Laterana estaba comenzando a derrumbarse, y a dos frailes, uno en hábito blanco y el otro en un hábito marrón, colocándose ellos mismos como columnas para evitar el colapso total.

Decoración de casetones en el retablo. Templo parroquial de San Pedro Apóstol

Domingo se reconoció a sí mismo como el fraile del hábito blanco, pero no sabía quién era el otro fraile. De igual modo, Francisco de Asís se reconoció a sí mismo como el fraile del hábito marrón, pero desconocía quién era el del hábito blanco. Para Inocencio III el sueño era un rompecabezas y un misterio.

El día siguiente, cuando Domingo iba a ver al Papa sobre la aprobación de su Orden, se encontró a un fraile joven vestido con un hábito marrón. Mirándose mutuamente, cada uno reconoció al otro como el compañero que ayudaba a soportar la Basílica Laterana, y se abrazaron en medio de la calle. Después fueron juntos a ver al Papa, y éste comprendió inmediatamente el significado de su sueño: «Las Órdenes de estos dos grandes hombres serán como columnas que salvarán a la Iglesia de su destrucción».

Es su conjunto es una auténtica fuente para difundir el fervor y la piedad popular iconográficamente y es una vez más el templo parroquial de San Pedro centro de las miradas para observar el arte que encierra en sus muros y que nos habla desde hace siglos del enorme proceso de evangelización desde esa historia mental de la que el profesor Aróstegui nos habla para llegar a la Historia Local.

Esgrafiados

Una riqueza que nos adentrará en el tercero de nuestros Diálogos con la Historia y que sorprenderá al lector porque nos lleva a hablar de un nuevo e interesante modelo de expresión artística en el templo parroquial de San Pedro Apóstol, los llamados esgrafiados.

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