El Lokalino, centro comunitario

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por Chema Álvarez


La antigüedad del edificio se evidencia en el lamentable estado del mismo

Chema Álvarez

El Lokalino, centro comunitario

Hay un lugar en el mundo, un lugar en Montijo, donde la cultura se escribe con minúsculas, a diferencia de esa Cultura con mayúsculas que es, más bien, mercancía que se compra y se vende, mercadeo de propaganda convertida en entretenimiento y entretenimiento convertido en propaganda.

Ese lugar está en la Avenida de la Estación, Nº 5 de Montijo, en lo que antes era el antiguo local de Adenex y ahora responde al nombre de El Lokalino, centro comunitario. Su ubicación, en lo que fueron Las Escuelas de Artes y Oficios, comenzadas a construir en 1943 en ese terreno donde todavía no había pueblo, Las Eras, perpetúa el acercamiento a las llamadas clases populares, aquellas que habían sido diezmadas por los golpistas del 36 y dedicaban su formación al aprendizaje inmediato de un oficio que les capacitaba como aprendices de Oficiales de Tercera, una formación alejada del academicismo y del bagaje educativo de los pocos que, en aquellos tiempos, podían aspirar a estudios universitarios. 

Como circunstancia añadida, el edificio de El Lokalino se encuentra frente a lo que fue durante la Segunda República el Grupo Escolar 14 de Abril, un colegio público para niños y niñas creado por el Gobierno legítimo de entonces que, después, a la entrada de los fascistas en Montijo, cambió su nombre por capricho del consistorio franquista municipal, bautizándolo (el verbo no es casual), con el de Colegio Público Virgen de Barbaño. Al igual que sucediera con el otro Grupo Escolar, de nombre Giner de Los Ríos, cambiado después por el de Padre Manjón, a día de hoy los colegios siguen con estos nombres bastardos, puestos como humillación a sus verdaderos impulsores, sin ni tan siquiera una pequeña placa que recuerde su verdadera denominación.  El olvido suele ser compañero de la impunidad y excusa de los cobardes que tienen la obligación de recordar.

La antigüedad del edificio de El Lokalino, propiedad del Ayuntamiento de Montijo, cedido a la asociación que ahora lo mueve, se evidencia en el lamentable estado del mismo. El techo, en algunos tramos, está completamente derruido y por las arquetas de los desagües rezuman las aguas fecales que vierten los edificios aledaños, como las que vienen de la cercana oficina de desempleo, ese eufemismo que nos hemos inventado par no decir la palabra “paro obrero”. Aunque consta que quienes ahora dan vida a este local le han reclamado al Ayuntamiento de Montijo una intervención urgente para reparar el edificio, hasta la fecha no ha habido respuesta. Ni siquiera en tiempo electoral ha caído alguna promesa de intervención, a buen seguro convencidos lo munícipes de que el interés de la cultura que se hace en El Lokalino se aleja mucho de aquella otra Cultura, con mayúsculas, que suele dar réditos políticos a quien gobierna. 

Hay una Cultura asalariada, que se rige por programas establecidos y agendas de gestores, al servicio de la política de turno, fácil de hacer cuando se dispone de dinero público para gastar. Es una Cultura de butaca y aplauso rendido incluso antes de empezar la función, que incluye, a veces, en su cartel de temporada, obras de denuncia o compromiso social, como parte de un repertorio con espacio para la disidencia, siempre que ésta sea únicamente motivo del espectáculo y espita para el revulsivo de las conciencias del rebaño bien avenido. Lo del Lokalino es otra cosa, no tiene precio, la entrada es siempre gratuita y la donación consciente, entendida ésta no solo en su valor monetario, sino como origen, medio y fin de la misma vida. 

Chema Álvarez

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