Agua

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por Luis Darío Gragera

Montijo es uno de los pocos pueblos antiguos que tienen su ubicación lejos del río. Su riqueza está escondida bajo nuestros pies: abundancia de aguas freáticas. Debido a este tesoro, aunque a lo largo de nuestra historia como pueblo haya cambiado la simbología del escudo de dos salvajes a dos maceros y de dos cipreses a dos acacias, lo que siempre ha permanecido en él ha sido el pozo.

En el pasado Pleno (último jueves de julio), el alcalde hizo un alegato a favor del agua: habló de la Agenda 21, del peligro de la sequía y de las malas previsiones puvliométricas que se ciernen sobre nuestro entorno. Todo ello para validar el sembrado de piedritas blancas sobre los jardines del pueblo, que tienen como objetivo retener la mayor cantidad de humedad posible en los mismos, con el sensato fin de ahorrar este oro líquido que el cambio climático (según todas las previsiones) irá haciendo cada vez más escaso en la mitad sur de la península.

Llegado el turno de la participación ciudadana, al final de dicho Pleno, le pregunté al alcalde si conocía un hecho desalentador: la bajada del nivel freático en los pozos del pueblo de hasta 3 metros en algunas zonas, desde que el Mercadona y los nuevos edificios construidos en la Avenida Europa (Antiguo Callejón de la Zorra) violaran el nivel de las aguas del subsuelo para ofrecer a sus clientes e inquilinos sendos parking subterráneos. El alcalde me respondió, con preocupación, que no sabía nada pero que investigaría. Le pedí que lo hiciera, que informara a su pueblo de ¿a dónde va ese agua?, ¿se reconduce o se despilfarra?; y si se despilfarra (aparte de que me parecería un atentado ecológico): ¿pagan alguna tasa los dueños o usuarios de los parking, cuando el nivel freático puja por alcanzar su altura natural, y las bombas no dejan de extraer el agua para evitar así la inundación de dichos parking? En Andalucía, por ejemplo, se instalan contadores y se pagan tasas según se consume (no sé si allí lo harán, pero bien se podría revertir lo recaudado con dichas tasas en la mejora de infraestructuras medioambientales). Otra opción sería la de tratar de reconducir el agua a zonas verdes cercanas.

Imagino que el alcalde (o, si no él, la concejala de Medioambiente) habrá hecho averiguaciones al respecto que ayuden a solventar dudas o a aclarar la relación entre estos parking y la sequía de los pozos en ciertas zonas del pueblo.