Quizá en momentos como en los que vivimos, necesitemos el sosiego y la suavidad de ser capaces de observar las cosas bellas y ricas que tenemos a nuestro alrededor para que a su vez, nos “serenen y enriquezcan por dentro” y así nos hagan más amables y sinceros en lo externo con los demás. Cansado del “y tú más”, “la culpa la tienen estos o aquéllos…” la Historia me llama la atención como si me “golpeara en el codo” para que mire a ese alrededor. Lo hemos hecho con localidades como Torremayor, Montijo o Puebla de la Calzada.
Y es que ha sido ella, la Historia, quien siempre me ha proporciono esas sensaciones de las que hablo, especialmente desde su didáctica (enseñanza) y de manera muy profunda desde el campo de la investigación. Y decía al principio lo de “observar las cosas bellas y ricas que tenemos a nuestro alrededor”, porque existen en nuestra tierra extremeña localidades que encierran un profundo sabor a Historia, un aroma al ayer para oler el presente y saborear el futuro que a buen seguro sabremos construir entre todos con reciedumbre y esperanza.
Una de esas localidades (de las muchas que iremos mostrando) es La Garrovilla, desde su imponente iglesia parroquial vestigio de ese pasado del que hablamos, hasta su presencia en el día a día que nos concierne a todos.
Gracias a la documentación generada por la propia Orden de Santiago, conocemos la estructura y el funcionamiento interno de la misma de tal manera que, junto a las visitas con sus tablas y actos primeros donde se elaboraba la lista de pueblos a visitar, sabemos de la existencia y función de lo que se conoce como mesa maestral, una estructura superior e importante dentro de la Orden, perteneciente a la Encomienda (en este caso de Mérida) y que actuaba dentro de un partido determinado.
«La villa de La Garrovilla está a occidente, dos leguas de Mérida. Del origen de su nombre no se sabe la causa, si bien hay otros muchos lugares que se llaman así. Podría entenderse que Garrovilla sea lo mismo que pueblo de contiende y pelea…» (Moreno de Vargas, Bernabé: Historia de la ciudad de Mérida. Año 1633. 1992, pág. 439).
Sin embargo, esta descripción o referencia no es ni mucho menos la primera escrita sobre La Garrovilla pues documentalmente aparece mencionada en el año 1494 por visitadores santiaguinas al realizar ya aportación económica a la Mesa Maestral de la Encomienda de Mérida. Para ello fueron a dicha Mesa Maestral a Mérida Pedro Chamorro y Pedro Serrano vecinos de La Garrovilla, quienes aportaron la cantidad de trescientas sesenta fanegas de trigo y doscientas dieciocho fanegas y tres celemines de cebada y centeno.
En el año 1498, los visitadores realizan ya una visita más amplia y nos informan de que existía una iglesia bajo la advocación de Nuestra Señora. Los visitadores lo primero que hacían al visitar un templo era comprobar el estado del sagrario pues calificaban a veces de iglesia o ermita en función de que tuviera o no sagrario: «…con sus puertas bien pintadas y con cerradura y llave. Dentro de una caja estaba el Santísimo Sacramento, e unos corporales, e unos lienzos. Todo ello puesto con limpieza… (Libro de Visita de la Orden de Santiago número 1103, año 1498). Contaba La Garrovilla en el año 1494 con 88 vecinos y en 1498 con 100 vecinos (en demografía se suele utiliza el convertidor «5» para hablar de habitantes por tanto en 1494 contaba con 440 habitantes y en 1498 con 500).
Describen los visitadores, que la imagen titular de Nuestra Señora se encuentra en el altar mayor junto a otras historias basadas en narraciones de los evangelios. Es una imagen de bulto ubicada en un pequeño retablo dorado que contiene una cruz grande de cobre. En la iglesia existe otro altar dedicado a la advocación de los santos Mártires, san Fabián y san Sebastián, así como un tercer altar dedicado a San Antón donde hay una imagen de la Virgen.
¿Cómo era arquitectónicamente la iglesia de La Garrovilla a finales del siglo XV? En el año 1498 se trata de un edificio con una capilla donde se ubica el altar mayor construida con una bóveda pequeña. Posee un arco principal del que cuelga un crucifijo junto a otras dos imágenes de madera de las cuales no dan nombre. Toda la iglesia es de piedra mampuesta la cual se levanta sobre cuatro arcos de albañilería estando cubierta de madera tosca y teja. Poseía pila de bautizar lo que a su vez aporta un dato histórico importante pues se sabe que poseía libro de bautizados por tanto se llevaba un registro sacramental que permitía el conocimiento de población y por tal la elaboración de los censos: «Posee en el campanario dos campanas medianas y otra para cuando alzar el Corpus. Y otra que es esquila, para cuando llevan del Corpus a los enfermos» (Libro de Visita de la Orden de Santiago número 1103, año 1498).
Curato Parroquial y ermita Ntra. Sra. La Carilla :1494-1498
Uno de los aspectos más interesantes en el estudio y análisis que realizaban los visitadores santiaguistas y de cuya información nos permite entender el funcionamiento, administración y desarrollo de la vida de La Garrovilla a finales del siglo XV es el llamado curato o colación parroquial. Colación es el territorio adscrito a una parroquia. En 1498 ostentaba dicha colación Diego Sánchez clérigo de la Orden de San Pedro que lo había obtenido por asignación del Provisor García Ramírez.
Dicha colación le permitía a la parroquial de La Garrovilla disfrutar de unas tierras que le generaban unos beneficios cada dos años de entre cinco y seis fanegas de cebada. También poseía unas casas en Mérida arrendadas a Sancho García por las que paga doscientos cincuenta maravedíes. Hablamos de una economía holgada máxime si tenemos en cuenta que el párroco percibía por los derechos llamados al pie de altar (diversas funciones propias de su ministerio como matrimonios, bautismos, entierros y otros oficios, en algunos casos aparece como derechos de estola), lo suficiente para mantenerse.
Dependiente de una manera muy directa ya de la misma parroquia, Nuestra Señora era dueña en 1498 de tres pedazos de tierra que le producían el año por sembradura quinientas fanegas de pan y cebada, producción que generalmente era vendida y empleada en el pago de las obras de remodelación que se emplean en la fábrica (obra) de la iglesia y de la que nos iremos ocupando de manera progresiva y nos dará una idea de la belleza y riqueza estilística que actualmente tiene este templo.
Ntra. Sra. La Carilla: 1494-1498

Pero el siglo XV no esconde una de las realidades más bellas y ricas para el pueblo de La Garrovilla, la devoción por Nuestra Señora de la Caridad, conocida entonces como Nuestra Señora de La Carilla.
Documentalmente se nos habla por primera vez de ella en 1498 pero con una información sobre su ermita, que sin duda evidencia y permite al historiador constatar de su fábrica (obra), mucho más atrás. Los visitadores santiaguistas afirman que es un edificio que se encuentra en buen estado y su administración económica la lleva Juan Visado, el cual recibió el alcance y rindió cuentas al bachiller Alonso Ruíz Zambrano, Provisor de la Provincia.
En ese año los beneficios de la ermita fueron de mil ciento noventa y cinco maravedíes, tres cuartillos de trigo, dos celemíes de cebada, tres ovejas y tres cabras. Se especifica que el dinero obtenido de la administración de todo ello se debe emplear en la construcción de una caja de plata donde poder guardar el Santísimo Sacramento, así como la realización de un sobre copa, de pie pequeño dorado por dentro, sin olvidar destinar el dinero necesario ara el mantenimiento de las obras de la ermita.
Fuentes Bibliográficas
– Iglesias Aunión, Pablo: Historia de la Comarca de Lácara. Del Medievo a los tiempos Modernos. Badajoz, 2000.
– Historia, fe y religión en Nuestra Señora de Barbaño. Piedad y religiosidad Popular en Montijo. Montijo, 1999.
Próxima entrega: “Estructura cultural y cultual entre los siglos III al VI en nuestra Comarca: entre Barbaño y La Caridad” (II Parte).