
La Historia tiene su propia memoria hasta podríamos decir que es indudablemente maestra de memoria. No olvida y además recuerda, ubica y localiza no ya solo los acontecimientos protagonizados por el hombre, además sabe devolver a cada cual aquello que ella misma desde la investigación gentilmente “se deja tomar prestado”, casi como un favor eterno que nos ha otorgado con anterioridad cuando ella misma nos abre las puertas al estudio, al análisis y a la comprensión de esos aconteceres que el hombre ha protagonizado.
En el año 2000 con la edición de un libro que citamos posteriormente y en septiembre del año 2005 (durante los días del 19 al 25), en la igualmente edición de los XXXIV Coloquios Históricos de Extremadura celebrados en Trujilloydedicados a la memoria de don Miguel de Cervantes en el IV Centenario del Quijote, tuve la oportunidad de presentar una ponencia bajo el título Asistencia, Caridad y pobreza en la Baja Extremadura. Entre los diferentes puntos que articulaban el mencionado estudio -insisto, en el año 2005- para el desarrollo de la ponencia, aparecía en uno de ellos (3.4.) un epígrafe que decía: “La escuela de Murillo en el hospital: [en referencia al hospital Jesús Nazareno de Montijo] Francisco Meneses Osorio.”
Obviamente la presentación en unos coloquios, jornadas o encuentros de Historia fuera de las fronteras locales, en ocasiones oculta o aleja la posibilidad de que los propios interesados en esa historia (en este caso los montijanos), puedan no conocer el contenido y se pierdan la posibilidad, como es en este caso, de comprender la riqueza patrimonial, histórica y artísticas que encierra nuestra localidad a través de estudios como el que ahora mencionamos defendido a modo de ponencia. Creo pues conveniente ofrecer a través de este medio que es VentanaDigital.com, una serie de artículos que periódicamente podrán leerse siempre con su correspondiente y adecuada localización y referencia a la fecha de publicación. Empecemos precisamente por Francisco Meneses Osorio (1640-1721).
EL CUADRO DE LA VIRGEN DEL PILAR. APARICIÓN AL APÓSTOL SANTIAGO. PARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOL.

Existe en Montijo un cuadro perteneciente al pintor Francisco Meneses Osorioque nos muestra la aparición de la Virgen María bajo la advocación “del Pilar” al apóstol Santiago acompañado de sus discípulos (hablaremos de ello en la descripción del mismo). Autor nacido en 1640, lo pintó en la ciudad de Sevilla en el año 1698. El estudio sobre el autor y el cuadro, como he indicado anteriormente, es parte de un estudio más amplio publicado en una obra en el año 2000[1] y en el año 2005[2] en las actas de los referidos coloquios celebrados en Trujillo.
Actualmente se encuentra en la sacristía de la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol debido a que fue retirado del lugar original donde se encontraba, ermita de Jesús Nazareno, debido a que recién restaurada dicha obra, un calado en la techumbre de la misma hizo que el agua tocara sensiblemente la obra y por tal, se temió un deterioro de compleja solución trasladándose a la parroquial citada.
Centrándonos en este artista y su obra, en dicho estudio nos referimos a este artista Meneses Osorio como discípulo que fue de Bartolomé Esteban Murillo, el cual estuvo en su círculo pictórico de influencia y quedó marcado por el estilo del grandioso maestro sevillano, genio y figura de la pintura barroca española.
Volviendo a Francisco Meneses Osorio, nació en Sevilla en torno al año 1640, no conociéndose con exactitud quien pudo haber sido su maestro realmente, ni en qué taller se formó, si bien es cierto que la historiografía sobre el artista apunta a ser un continuador del estilo del mencionado Murillo. También sabemos que entró a formar parte de la Academia de Pintura fundada por Bartolomé Esteban, Herrera y Valdés Leal, documentada dicha afirmación para los años de 1660 a 1673, llegando a ser mayordomo de ésta entre los años de 1688 y 1689. De sus maneras técnicas y estéticas podemos comenzar a decir que estamos ante un artista de formas inmaculadas, algo que posiblemente aprendió de su maestro o quedó plenamente impregnado en la misma Academia de Pintura[3].
En 1681 asistió a Murillo en el retablo de la iglesia de los Capuchinos de Cádiz[4] y tras la muerte del maestro Murillo, Francisco Meneses terminó en el año 1682 la obra del retablo de Santa Catalina al que le agregó un querubín[5], ejecutando cuatro paneles laterales que habían sido donados con anterioridad por Murillo.
A modo de ejemplo del quehacer artístico de Osorio, podemos citar otras obras tales como en el Hospital de la Caridad de Sevilla y en el Museo de Bellas Artes. En Osuna (provincia de Sevilla), una Mater Dolorosa para la iglesia de la Encarnación. De este artista es larga tanto la lista de obras conocidas como otras muchas que se encuentran desaparecidas. Localizadas, por citar algunas: San José con el niño, en el Museo de Cádiz, inspirados precisamente en dibujos de Murillo que se encuentran en la Biblioteca Nacional de España; Padre eterno, igualmente en el Museo de Cádiz; San Miguel Arcángel, en el Hospital de la Caridad de Sevilla; Virgen de los Reyes en el Museo de Valladolid y como decimos, un largo etcétera que nos aleja del centro temático del artículo. Francisco Meneses Osorio murió el 20 de enero del año 1721 y fue enterrado en la iglesia de San Miguel de Sevilla.
Respecto a la obra que centra nuestra atención y que fue expuesta de manera analítica en los citados Coloquios de Historia en el año 2005 en Trujillo, cabe decir que dicha obra antes de ser restaurada por última vez[6] y decimos por última vez porque en el mismo lienzo aparece fecha y autoría de una restauración anterior en el año 1856 (que no era la más antigua, pues indica que lo es por segunda vez). En dicho cuadro podemos observar a la derecha al apóstol Santiago de rodillas con sus discípulos detrás los cuales aparecen con sus nombres en dicha obra.
Admirados todos estos personajes por la aparición de la Virgen sobre un pilar, el cielo queda cubierto con nubes y unos angelotes colocados alrededor de la Virgen formando una aureola, completándose con la misma escena, pero en esta ocasión, dichos angelotes quedan rodeados por unas bandas con unas inscripciones (filacterias), en las que podemos leer en latín “Post partum virgo inviolata permansisti. Dei genitrix intercedere pro nobis.” (“Después de dar a luz permaneciste virgen. La madre de Dios intercede por nosotros”).
En la parte inferior del cuadro, en su lado izquierdo, hay una ciudad utilizada como fondo y una inscripción (como hemos señalado anteriormente) con los nombres de los personajes que aparecen en el cuadro: “Retrato de a medio bulto de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza como se le apareció a Santiago apóstol y a sus ocho discípulos: Teodoro, Anastasio, Torcuato, Indalecio, Tesifón, Cecilio, Eufrasio e Isisio.”
En la base de la columna sobre la que aparece la Virgen, se aprecia la leyenda: “se renovó por segunda vez en el año 1865.” Es justamente aquí donde al proceder a la restauración aparece la firma de Meneses Osorio, el año y el nombre de la ciudad de Sevilla.
LA EXISTENCIA DE UNA COFRADÍA BAJO LA ADVOCACIÓN DE SANTIAGO
En la referida ponencia del año 2005 así como en la obra sobre la Historia de la Comarca de Lácara publicada en el año 2000[7], se habla de la existencia en Montijo de una cofradía advocada al apóstol Santiago, lo que nos indica que la antedicha obre de Meneses Osorio debió ser adquirida por la fábrica de la cofradía o por la de la misma parroquia de San Pedro, lugar donde estaba adscrita. Pero, por otro lado, se abre una nueva línea de investigación en torno a la existencia de una capilla bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar en el hospital Jesús Nazareno que induce a pensar una posible adquisición desde la misma ya que originalmente el cuadro se encontraba en dicho edificio antes de su definitiva restauración.
En los libros de fábrica hay varios pagos (datas), para el mantenimiento de esta capilla de la que consta no existía ninguna imagen y si la restauración de este cuadro (lo que ya implica en ese momento la consciencia de su importancia), que en algún momento llegó a hacer con dinero donado por los devotos de la Virgen del Pilar: “Ítem más data, los doscientos y dos reales pagados a Francisco Pérez por la limpieza, pintura y renovación del cuadro, altar y retablo de Nuestra Señora del Pilar. Igualmente, a un San Jerónimo nuevo. Parte del dinero es obtenido por los devotos de la Virgen del Pilar.”[8]
Cauces abiertos para el estudio y la investigación de muchos aspectos en torno a Montijo y pueblos de su comarca quedan para que ahondemos y sigamos buscando respuesta a cuestiones que dentro del campo de la Historiografía[9] se hacen interesantes, como por ejemplo lo son sobre el citado pintor y que se nos propone en obras como las de José Fernández López (Programas iconográficos de la pintura barroca sevillana del siglo XVII, Sevilla, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2002); Sofía Serra Giráldez, ya citada (Francisco Meneses Osorio, discípulo de Murillo, Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla, 1990); o Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso (Catálogo de la exposición: “La época de Murillo. Antecedentes y consecuentes de su pintura” (Palacio de Aranjuez, Aranjuez, 1982), por citar algunos ejemplos.
Seguiremos en siguientes capítulos, hablándoles de otros aspectos tanto de Montijo como pueblos de la comarca, que igualmente aclaran los inicios de sus estudios y podemos de esta manera dejar que el lecto aprenda a otorgar la autoría de las citadas publicaciones a los autores correspondientes.
1. Cf. Iglesias Aunión, P.: Historia de la Comarca de Lácara. DEL Medievo a los Tiempos Modernos, 235-236
2. Cf. Iglesias Aunión, P.: Asistencia, caridad y pobreza en la Baja Extremadura, 294-296. Trujillo, 2005.
3. Cf. Serra Giráldez, S.: Francisco Meneses Osorio, discípulo de Murillo. Secretariado de Publicaciones de la Diputación de Sevilla, 1990.
4. Ídem, Iglesias Aunión, P., 295.
5. Los querubines son ángeles que suelen situarse junto al trono de Dios y que tienen un grado inferior a los serafines los cuales estos últimos son, de acuerdo con teología cristiana, los primeros de los nueve coros o tipos de «espíritus bienaventurados» de la angelología cristiana. Pertenecen al orden más alto de la jerarquía más elevada. Nota del autor.
6. La encargada de esta última restauración fue realizada por la licenciada María Domínguez Heredia, cuyo estudio en referencia al proceso se encuentra en los fondos documentales de la parroquia
7. Cf. Iglesias Aunión, P.: Historia de la Comarca de Lácara. DEL Medievo a los Tiempos Modernos, 235-236
8. Archivo Diocesano de Mérida-Badajoz. Fondo: Montijo. Sección: Fábrica y cuentas parroquiales. Libro II de Fábrica de la ermita y cofradía Jesús Nazareno. Años, 1794-1841.
9. El término historiografía proviene de «historiógrafo», y este del griego ἱστοριογράφος, siendo una conjunción de ἱστορία —historía — y γράφος, de la raíz de γράφειν/gráphein; que significa “el que escribe la historia”.