Rescate

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Diario de campaña


por Alfonso Pinilla


 

Pablo Iglesias ha desfilado por la Audiencia Nacional para denunciar que Villarejo (y sus secuaces) le espiaron por orden del anterior gobierno del PP. Habrá que dilucidar el asunto en los tribunales, claro, pero el pataleo ha servido para urdir dos eslóganes en plena campaña electoral: uno, que el PP utilizaba el gobierno para investigar y desacreditar a la oposición (traicionando así los principios democráticos); dos, que contra Podemos se levantaron los poderes fácticos del capital y los medios de comunicación porque temían la revuelta de los “sans-culottes”. En fin: la derecha sin remedio y la revolución sin mácula. Combinadas, las dos imágenes buscan el rescate de un Podemos en caída libre demoscópica; un partido desgajado en mil familias que, de estrellarse, esquilmará el anhelo de Sánchez por apoyarse en los morados para volver a gobernar. Por tanto, hay que salvar a Pablo a través de Villarejo. Tan condenable es la presunta persecución de Podemos por el CNI de Soraya, como el falaz victimismo de un Iglesias que se queja de una confabulación mediática contra él. ¿Confabulación? No ha habido un partido más y mejor paseado por los platós que Podemos, opción estrella del duopolio televisivo que atenaza el libre pensamiento en este país. Quizá sea demasiado tarde y el pecio morado ya no pueda rescatarse. Pero en el caso de una milagrosa resurrección, debería saber Pedro que esta vez Pablo no va a conformarse con la vicepresidencia del gobierno –como quiso hace tres años–, sino que pretenderá trasladar la guardería de Galapagar a la Moncloa. Hasta que los niños crezcan, claro, y podamos volver a Vallecas.