Globos que provocan cáncer

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por Chema Álvarez

Hay poca o ninguna diferencia entre soltar un globo de helio al aire y tirar intencionadamente una botella de plástico al río. Ambos objetos son de plástico y acabarán posiblemente sumergidos o flotando sobre las aguas, cuando no en el buche de cualquier ave o pez provocándole una muerte lenta por asfixia, como sucede en el caso de los globos y está ya más que comprobado. La diferencia estriba, quizás, en que la botella, cuando la tiramos, vemos donde cae; en el caso de los globos sólo nos queda el bonito recuerdo de su huida por el cielo, sin que podamos ver algo que finalmente sucederá: su explosión en pequeños trozos de plástico que se desparramarán por los campos y los ríos.

Como socio de la Asociación Española Contra el Cáncer no comparto ni apruebo la suelta de globos que se realizó el pasado viernes 20 de octubre en la Plaza de España de Montijo para celebrar el Día del cáncer de mama. Creo que la expresión de un gesto de solidaridad con las afectadas y afectados con una enfermedad como ésta no tiene que ser a costa de un acto de degradación medioambiental. La toma de conciencia sobre nuestras propias enfermedades pasa también por la toma de conciencia acerca de la enfermedad de nuestro planeta, cuya causa somos nosotros. Sin cuestionar la buena intención de quienes sueltan globos al aire y contaminan nuestro entorno, considero que apenas unos minutos entrañables viéndolos elevarse en el cielo no pagan el coste que a la larga generarán sus residuos. Sé que esto es difícil de entender –aún– para muchos y muchas, pero cada vez está más claro que son los pequeños gestos individuales de la ciudadanía los que podrán salvar nuestro planeta y con él a nosotros mismos. Como le dijo el jefe indio de Seattle al gobierno de Washington cuando este último quiso comprar las tierras indígenas, “Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. Quien escupe en el suelo, se escupe a sí mismo”.