Hipólito

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por Antonia Gómez Quintana

Hipólito es una tragedia clásica de Eurípides, donde muestra una sombría forma de describir la vida del hombre, una gran desazón por la imposibilidad de ver con claridad unas reglas transparentes.

No es nada visible que la fidelidad a los dioses traiga como consecuencia una vida serena. Los mismos dioses, que deberían ser congruentes, se vuelven crueles y erráticos.

Hipólito, como casi todos en su momento, optó por ese pensamiento porque era único, la Falange eterna, igual que España se tragó su infalible pasado y a su poeta.

Y, desde su sinsabor visitó chozos y cárceles en busca de paisanos salvando vidas, comiéndose sapos, y frenando a los “amigos del gatillo”

De lo que brilla en la tierra, sea lo que sea, nos mostramos ciegamente enamorados, por desconocimiento de otra clase de vida y por carecer de la prueba evidente de lo que sucede en el mundo de abajo y, contra lo que deberíamos hacer, nos dejamos llevar por la ignorancia.

Hipólito Gragera, ahora en Montijo, tiene una calle sin números, porque no vive nadie, nominada en democracia por petición de un gran número de la ciudadanía, y al día de hoy, con un garabato en la placa que pretende borrar su nombre, nunca su recuerdo.